El diccionario rojo

Cuando era chica no existía la tecnología que existe hoy, debe ser por eso que me fascinaba leer. Mi mamá siempre decía que tenía que leer mucho para aprender a escribir, pero a pesar de eso en mi casa no había libros. Lo que si había y en cantidad eran diccionarios y enciclopedias. Teníamos unos diccionarios tomos completos de tapa dura color rojo que venían cosidos, las letras en la portada eran doradas y parecían estar enterradas en la tapa, mi vieja los acomodaba por número, y siempre los tenía re ordenados.
También había una enciclopedia tapa dura con un forro azul por encima, Asia, África, Europa, etc, que apenas pasabas unas hojas se desplegaban unos mapas hermosos llenos de referencias que a mi no me servían para nada pero me encantaba mirar. Y había uno que también azul pero grande, muy grande, o al menos yo los veía enorme que decía Anatomía.
La geográfica jamás fue lo mío, a esta altura de mi vida no sé que es lo mío, pero si sé que la geografía no me gustaba demasiado, el libro de anatomía era un poco más divertido tenía imágenes del cuerpo humano, venas, músculos y ¡Dios! Había pitos! Chau, mi vida pasaba por mirar esas imágenes, le mostraba a mi hermano dos años menor que yo que él era como el dibujito, porque a él se le veía el pito, pero yo no me encontraba, o al menos lo que mostraban de mi eran los ovarios y al toque un bebé. Imágenes de partos, cordón umbilical, distintas fases del bebé durante la gestación, un bebé que nacía y era varón (? Y así me aburrió el libro de anatomía. Si yo no estaba ahí para que me servía?
Mi vieja compraba todo eso con la ilusión de que nos sirviera para la escuela, aunque nosotros teníamos manuales, ella cualquier pregunta que le hacíamos nos mandaba a la enciclopedia o al diccionario. Cabe destacar que mi mamá hizo sólo hasta cuarto grado, y aprendió a dividir para poder enseñarme a mi.
Ya sé, mi mamá era capa, pero eso lo pueden pensar porque no vivían con ella.
Íbamos a la escuela a la mañana, a la tarde se hacían las tareas, cuanto antes mejor así te dejaban ir a jugar, igual siempre pasaba algo y terminaba castigada con la tarea hecha y sin salir.
Las tardes de tarea eran mi momento del día, podía sentarme y tocar todos los diccionarios tapa roja sin que mi vieja diga nada.
Ah, porque pensaban que como ella los compró para nosotros los podíamos usar a nuestro antojo? Ja! Ni en sueños esperancita. Eran para estudiar, si no estabas haciendo tarea esos libros no se tocaban porque SE PODÍAN ROMPER Y HABÍAN COSTADO CARÍSIMOS.
A quien se le ocurre comprar libros, diccionarios y evitar el uso sólo porque corrían el riesgo de romperse o porque su valor había sido muy alto? A mi mamá.
Si quería jugar tenía la colección de billiken y Anteojito, con eso podía "jugar" mentira, tampoco. Podía leer si quería pero por ejemplo si necesitaba recortar algo para la escuela NI SE TE OCURRA CORTAR ESO. Si, mi mamá compraba cosas para nosotros que no podíamos usar aunque lo necesitábamos, por eso cuando llegaba la hora de la tarea me apuraba, terminaba todo y seguía leyendo el diccionario. Amaba leer el diccionario de sinónimos y antónimos, en realidad a esos los descubrí después de haber buscado todas las malas palabras que existían o que yo conocía, me acuerdo patente, me enseñan a buscar en el diccionario y la primera palabra que busqué fue puta" oh que maravilla! Existía y era Ramera, y entonces así iba buscando la palabra que seguía y no conocía.
Busqué concha y mierda, y obviamente le mostré mi descubrimiento a mi prima y hermano, que rápido me acusaron con mi vieja y más rápido me metió unos bifes y me sacó el diccionario.
Maldita ramera! Ajaja mi mamá no sabía que significaba. Jaja jaja ja no mami no ma, yo no dije eso, no ma no sé que significa, no ma no le digas a papá ABUELA MI MAMÁ ME QUIERE MATAR.
Corriendo a que me salve la única persona en el mundo que me amaba de verdad y no iba a permitir que ese monstruo llamado madre me lastime.
Así fue como me prohibieron tocar el diccionario, aparte que se rompía tenía información que a señora esa le caía muy mal. Los libros me fascinaban, yo podía leer cualquier cosa, a los cinco años aprendí a leer, o por lo menos a repetir, era mi mundo, yo necesitaba libros porque la tele no me gustaba y en ese tiempo se cortaba mucho la luz, así que casi no se podía ver, tenía una vecina que en su casa había cantidad de libros, pero cuando le preguntaba me decía que eran de grandes. No me quedaba otra que seguir con los diccionarios que no se podían tocar, tuve que llegar a los doce años para leer mi primer libro.
Antes y por suerte la tenía a mi abuela que había nacido en misiones y se sabía mil fantasiosas historias de muertes, fantasmas y terror. Un jinete que no tenía cabeza, una mujer que lloraba, una chica muerta en la ruta. Oh por Dios! Que belleza tanta fantasía. Me moría de miedo pero mi abuela me contaba mientras tejia a crochet. A veces venía del trabajo con algún cuento, esos finitos que los terminas de leer y tenes que tirar? Bueno de esos. Era una genia esa mujer.
Cuando terminé séptimo grado mi mamá estaba muy enferma, pasaron meses sin verla, mi abuela había viajado a trabajar a Córdoba y yo quede sola con mis hermanos fueron tiempos horribles, pero un día volvió mi vieja, la extrañé señora.
Ya estaba en primer año, mitad de año todos tenían que tener el libro, se llamaba mi planta de naranja Lima, podía ir a la biblioteca a leer pero ya me habían echado varias veces, la monja trola esa de Cristo Rey, les juro que la odiaba. Mi mamá recién se empezaba a recuperar, me acuerdo que me preguntó por la escuela y le conté, siempre tratando de que no se preocupe, haciendome la superada que no me importaba no tener el libro y tampoco lo exigían tanto...
Siempre fui a la escuela por la mañana, para mi mamá si te levantas tarde sos un vago, volví un día ya sabía que había que rendir ese libro y ya pedían otro, El visitante. Lpm yo no tenía uno y ya pedían otro. No dije nada. Un día termine de comer y me dice mi mamá, acá está el libro que necesitas, era usado pero parecía nuevo, era hermoso, mi primer libro, era mío y tenía por primera vez lo mismo que mis compañeros. Señores, la felicidad había llegado ÉRAMOS MILLONARIOS ah jaja no.
Pero se sentía así. Estaba tan contenta nunca le pregunté a mi mamá como lo había comprado. Pasaron los meses, aprendí a cambiar libros usados de la librería, ya no me iban a faltar, y podía leer.
Un día mi hermano me pide ayuda para hacer una tarea, eran sinónimos, le digo que busque  el diccionario, me dice que no está más. Pensé que no buscaba bien, porque nunca buscaba nada.
Le pregunté a mi mamá y me dijo "los cambié por tu libro de lectura"
Mi mamá había cuidado tanto esos diccionarios y los cambió para que yo tuviese lo que necesitaba.

Ma, siempre fuiste la mejor.

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