Otra vida

Mi mamá tiene un hermano menor al que no ve hace mucho tiempo. Él hizo familia y se fue a vivir a otro lado. De chico tuvo muchos problemas de conducta en la escuela, de grande mi abuela jamás lo pudo controlar, hacer trabajar, no tenía vicios pero era vago. A mi me caía bien mi tío, siempre tenía alguna mentira para decirme y me gustaba, me hacía reír. Le guardo cariño. Cuando yo era adolecente el fue padre de dos chicos. Total tiene siete. El nivel intelectual de él es de básico para abajo, el de ella igual. Ella se crió en una villa y jamás pudo moverse en otro ambiente que no sea ese, vivieron en ese tiempo con mi abuela y ella los ayudaba con los chicos, yo también, les enseñaba que había que bañarlos darles vacunas, (Yo tenía 15) uno de los chicos nació de 26 semanas y vivió. Le pasó de todo pobre bebé hoy ya es adulto con discapacidad pero adulto. La nena que yo ayudaba a cuidar hoy es madre y tiene dos hijos. El resto aún por suerte no tiene descendencia. Hoy vinieron a visitar a mi mamá. No fui a certificar que mi mamá no esté, es probable que se haya escondido para no verlos. Vinieron a mi casa a saludarme yo abrí rápido la puerta los hice pasar y los recibí con un abrazo. Les invité mate y charlamos, viven mal toda la vida vivieron mal, ellos se ríen de todo es como si los problemas fueran parte de la vida o una articulación más del cuerpo. En medio de dramas terribles contados con una sonrisa me dicen que tienen un hijo drogadicto. Así, sin anestesia y como se deben contar estas cosas que la mayoría esconde. Pero aunque sé que deben ser dichas así por su nombre me sorprendió, me impactó y se me notó en todo el cuerpo. Ellos lo contaban como si nada y que casi se les muere tres veces, que les robaba todo, que ahora está mejor sólo le pide dos veces al día plata para marihuana pero que antes andaba con el paco. Así PACO y yo casi me desmayo pensando en como vivía ella la situación. Pregunté porque no lo internaban y me dijo que no, que prefiere darle platita" antes de internar a cualquiera de sus hijos. Traté desesperadamente, no sé porqué, hacerle entender, al pedo, que podía morir. Ellos se miraron y se rieron, yo sentí que mis palabras sobraron quería que me trague la tierra y él me dijo "y si esto es vivir" sin dejar de reírse. Me callé. No hablé más. Me reí con ellos, me contaron (acá otra novedad conocí dos planeros) que cobran para hacer piquete del polo obrero. Tomamos mate y recordé como era vivir con ellos cerca antes, era ellos hablan y se ríen y yo digo todo que si y me callo para no herirlos. Porque por sobre todo los quiero. Me quedé muy angustiada. Salí a despedirlos y ahí estaban el pibe Marcelo, el que se droga. Lo abracé fuerte y le dije que se porte bien, que lo haga por la mamá. 20 años tiene y cuando lo vi parecía te tipo de no sé, cuarenta. Hablamos un ratito más, y se fueron, lo volví a abrazar a Marcelo o le dije cuidate, compra un coche y vení a visitarme cuando quieras. Él sólo se reía igual que mis tíos.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El diccionario rojo

Una vida plagada de ausencias.

Ingrid, te extraño.