Elegir
Dicen que a los cinco años no podes tomar decisiones, tus viejos hacen y deshacen con vos, tus gustos, tus comidas, tu música, tus juguetes, ropa, etc.
A los cinco años no estas preparado para ir en contra de tus viejos, de tu madre que te vigila cada acción y de tu padre que te recuerda quien compra y paga tus alimentos. Al que diga que jamás le dijeron "come sabes cuantos chicos no tienen para comer? O todo el día trabajo para que comas" miente.
Lo hicieron antes, lo hacemos ahora.
Pues yo tuve cinco años y no recuerdo nada de esos tiempos más que a mi hermano vestido de boca y a mi papá cargarlo caballito con banderas colgadas por toda la camioneta, o cohetes explotando por Arieta, frente al negocio, banderines y porras azul y amarillo, mi viejo riendo hablando con otros varones, discutiendo con entusiasmo y mi mamá llevandome lejos porque "son cosas de hombres", mi viejo era un señor muy amable generoso, un gran tipo y de grandes pasiones, una de ellas era boca, amaba con el alma a ese club, sufría, lloraba, se descomponía, se enfermaba.
Todo eso que provocan las pasiones y no poder racionalizar. Yo amaba a mi viejo, lo amaba con el alma, hubiese dado la vida por mirar juntos un partido y verlo en ese estado, el más puro e irracional ese que sólo los hinchas conocemos.
Yo herede esa enfermedad por el fútbol de mi viejo, es inexplicable pero puedo tirar eternas horas de mi vida mirando partidos que nisiquiera son trascendentales, herede el amor por la camiseta, el sufrir y llorar, el sentirme mal, el estar arrodillada delante de la tele llorando desconsolada al grito de "quemen todo, que no quede nada" herede entender y sentir lo que es una pasión, si es que alguien puede entenderla. Lo que no heredé fue el club, yo elegí y tenía cinco años cuando lo hice.
No alcanzaron las amenazas de que no iba a tener la ropa que quería, no me importó ver a mi viejo llorar y decirme que le estaba rompiendo el corazón, no logró jamás en los años siguiente hacerme cambiar de parecer aunque me dijera que no me iba a amar más. Decidí a los cinco años por primera vez que iba a ser de River para el resto de mi vida, y que lo iba a vivir igual que él con su boca.
La vida de mi viejo se apagó cuatro años después de que yo tomara esa decisión, jamás miramos un partido juntos, jamás tuve el placer de ir a una cancha con él, o pelearnos por ser rivales, aún así le agradezco haberme enseñado a enamorarme del fútbol, a vivirlo como lo vivo. Soy de River por decisión, nadie jamás me regaló una camiseta, ni me compró, nadie me convenció. Soy de River porque es mi pasión, porque aunque mil veces dijeron que las mujeres de fútbol no podemos hablar, o que somos del equipo que tal o cual nos hizo yo sé que elegí ser de River.
No hubo novio, amante, marido que pudiera contra mi corazón rojo y blanco, no pudo mi viejo e iba a poder otro? Jamás.
Hoy a la distancia recuerdo con mucha ternura a mi viejo amenazandome para que sea de boca, quizá hubiese hecho muy feliz a mi papá, pero no sería yo y hoy no tendría la alegría eterna y la emoción que siento cada vez que veo a mi equipo pisar una cancha, tampoco hubiese llorado y sufrido un descenso, eso está claro. Pero sólo los grandes caen y se levantan otra vez, River es mi ave fénix, es mi pulmón, mi desahogo, mi felicidad eterna, mi amargura inexplicable, River es mi corazón latiendo a mil a tres minutos de una final, una corrida memorable y un gol sobre la hora. Gracias viejo por enseñarme lo que es una pasión, gracias a vos pude elegir y ser feliz.
Comentarios
Publicar un comentario